Fusionándonos con la dimensión celestial
Fusionándonos con la dimensión celestial
Muy buenos días. Un saludo muy especial al misionero Miguel Bermúdez Marín, y a todos los hermanos que están reunidos en todas partes de la América Latina, España y África, y en todo lugar donde hoy miércoles, 29 de junio de este año 2022, están reunidos; como lo es allá en el Salvador, con nuestro hermano David Escobar; en Panamá con nuestro hermano Ariel Cerrud; también allá en Llano Grande, en Acapulco, con el reverendo Nicéforo Ramírez; y todos los lugares que estén reunidos.
Ellos, pues me pidieron también que les diera este saludito; pero aprovecho y saludo también a todos los demás.
Prácticamente todos los días están teniendo en diferentes lugares estos estudios bíblicos, en donde el pueblo de Dios está escudriñando y preparándose para ese glorioso evento que vamos a recibir todos, que es: la resurrección (cuando ocurra), y al verlos nosotros ser transformados.
Así que en este tiempo, todo el tiempo que dediquemos a Dios para los estudios y para escudriñar de este glorioso Mensaje que nos ha traído el Ángel del Señor Jesucristo, William Soto Santiago, es un tiempo bien aprovechado, en el cual crecemos cada día más y más en el conocimiento de Su Programa.
El deseo de todos nosotros es ya estar allí en la Cena de las Bodas del Cordero; pero hay una serie de eventos proféticos que se tienen que cumplir, y también unos requisitos, los cuales todos los hijos de Dios tienen que cumplir.
O sea, no es decir: “Yo quiero ir a la Cena de las Bodas del Cordero”, y aparecerse allí; no. Lleva un proceso, unos requerimientos, para llegar a esa culminación del Programa Divino en esa etapa que es la Cena.
Ya, después de ahí, pues hay otros eventos ya, que se realizarán en el Milenio y en la eternidad; pero lo que nos corresponde a nosotros en este tiempo, en el hoy, en el presente, es prepararnos, para ya estar pensando y meditando en que, con esa preparación que estamos recibiendo, vamos a obtener la transformación.
Digo meditando y pensando, es porque debemos de estar siempre, la mayor parte de nuestro ser, de nuestro corazón, nuestra mente, nuestro espíritu, envueltos en esa parte de la promesa de la transformación. O sea que cada momento de nuestra vida debe estar meditando en esa promesa; porque así es como se va a fusionar esta dimensión con la otra: estando en ese ambiente espiritual, para poder acceder a esa dimensión.
No podemos tener un ambiente que sea influido de otra dimensión, porque lo que vamos a fusionar es la otra dimensión; y la otra dimensión, sabemos que es la quinta. Y para esa quinta dimensión se van a fusionar los que van a pasar por ella. O sea que estando vivos van a fusionarse con la quinta dimensión: van a entrelazarse de esta dimensión en la cual estamos viviendo (de luz, tiempo y materia), se va a fusionar la quinta dimensión en todos aquellos que no están preparados para la transformación.
Y así como ellos se van a fusionar estando vivos, a esa dimensión, a esa quinta dimensión, nosotros estando vivos, los escogidos de Dios, estando vivos nos vamos a fusionar con la sexta dimensión.
Todo será en una forma sencilla, pero hay unos requisitos para poder, todos esos eventos proféticos, ser cumplidos en todos y en cada uno de los que van a estar fusionándose en esas dimensiones. Cada uno va a trabajar para fusionarse con cada dimensión.
A nosotros nos corresponde fusionarnos con la dimensión celestial, con la dimensión de la Palabra. Y por eso todos estos estudios bíblicos son siempre de gran bendición, porque crecemos día a día en ese conocimiento que todos y cada uno necesita para obtener esa Llave, esa Fe de Revelación, que es la revelación para poder fusionarnos con nuestra teofanía pronto; y así ver a todos los que van a resucitar, y luego nosotros al verlos ser transformados.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Y todos los días que estén reuniéndose son días bien aprovechados en la Obra de Dios en este tiempo final.
Que Dios les continúe bendiciendo grandemente a todos.